Un mundo que se negaba hacer realidad mis ilusiones y ya había matado mis sueños, una venda oscura pero frágil a la vez cubría mis ojos y embriagaba mis sentimientos.
Bendito el día en que sin pedir comenzó a rasgarse esa venda, hasta ver como sus trozos se esparcían en el suelo y un rayo de luz tocaba mis ojos sin pedir permiso.
Sentí como la vida comenzaba a inundar mis respiros con lluvias de esperanzas y destellos de ansias.
Creí que ya no tendría esperanzas; de golpe vire mis pasos y cambie mi rumbo, de tal forma que comprendí que no era la vida quién se había olvidado de mí, sino que había sido yo quien aún no había aprendido a vivir.
Autores: Emilce,Elizabeth,Esnarriag
Fecha: 10/10/2014.
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Imagen: sacada de la web —
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