Los sueños se opacan y esas fantasías que anidar en el tiempo se evaporan llevándose aquello tan mío.
Muere el día y nace la noche, de pronto nuevos bríos prometen ser esperanzas de un palpitar que desea seguir vivo.
Se abre la vida como abanico de nuevos sueños, renace aquel pimpollo que una helada pretendió matar su pistilo.
Ya no son lágrimas las que lavan sus pétalos sino que esta vez son respiros que convierten en rosa aquellos anhelos que parecían estar muertos.
Autor: Emilce,Elizabeth,Esnarriag
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