Lentamente enfrentaron miradas, desconociendo por
completo sus comportamientos.
Solo se dejaron llevar por esa magia que sintieron, el un
corcel salvaje, ella una niña llena de sueños.
Se miraron y eso bastó para reconocerse, ella tenía esa
dulzura que a él le hacía falta y él esas agallas de libre vuelo.
Se miraron y vasto solo eso para sentirse identificados.
La dulzura calma la ira y la libertad abrazo sus vidas.
Autor: Emilce. E. Esnarriaga.
Imagen: sacada de la web.
Fecha: 09/08/12.
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