Suplico que su camino no se convierta en un sitio desolado y
sus pasos se sientan quebrajados.
Su alma lloraba en silencio, sentía que todo era un torbellino,
pedía a gritos que nadie más la haga sufrir.
Sus pensamientos se transformaron en una tormenta de arena
que se hacían sentir cuando chocaban su rostro.
Parecía perderse y el viento la elevo abrazando su ser.
Ahí comprendió que ella latía ante la vida por lo tanto debería
ponerle frenos a muchas cosas.
Vive, aun cuando el desierto toque tus pies, porque
solo tú velaras por ti.
Autor: Emilce.E.Esnarriaga.
Imagen: sacada de la web.
Fecha: 10/08/12.
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